El origen de la celebración del Día de la Madre se remonta a siglos en el pasado, sin embargo, en la historia moderna debemos ir al año 1905 cuando Anna Jarvis, quien es reconocida como la fundadora de esta festividad, quiso rendirle un homenaje a su madre y a todas las madres del mundo, para lo cual inicia una campaña de celebración y reconocimiento al valor, amor y dedicación de las madres. La mujer, diseñada biológicamente para ser capaz de gestar, es una dadora de vida, y esta capacidad impregna cada uno de sus actos y cada uno de sus consuelos, y es que lo vemos y experimentamos cuando en ella descubrimos fuerza, compasión, amor, perdón, entrega, energía, trabajo, y es que “La madre es el hogar de donde venimos. Ella es la naturaleza, tierra y mar”1, y todas esas virtudes deben ser una herencia que practiquemos todos para construir un mundo mejor.
Madre: ejemplo de poder
En el diario vivir hay que enfrentar desafíos que ponen a prueba la fortaleza física, las emociones, los sentimientos, los pensamientos y la capacidad para mantenerse cuerdo en un mundo lleno de locura, de desigualdad, de incomprensión y de grandes injusticias. Enfrentar estos retos, día a día y superarlos y vivir para contarlos, eso exige una entereza total, resultado de grandes cualidades impulsadas por un firme propósito. Esos retos son la cotidianidad de una madre, esas cualidades son su naturaleza y ese propósito es el bienestar de sus hijos.
Cada uno se ha enfrentado, en algún momento de su vida con la interrogante ¿Y ahora qué hago?, que se presenta en momentos de tristeza, de desconsuelo, de inseguridad, de escasez y de gran incertidumbre. La respuesta está en el ejemplo de vida de cada madre, quien para resolverla, tomó de su propios recursos internos y sembró en cada hijo el poder de resolver sus propios interrogantes de vida para salir victorioso ante cada reto que enfrente.
Tu herencia materna
Cada uno hemos vivido, quizá sin darnos cuenta, las grandes batallas de nuestras madres: no tener dinero para la comida, hacer las actividades domésticas incluso con padecimientos de salud, resolver tareas escolares, compaginar los roles de madre y trabajadora, e incluso dejar de comer para que sus hijos lo hagan. Esto solo se puede lograr practicando cualidades poderosas como:
- Comprensión: la capacidad de generar calma en los hijos porque los conoce, por saber cuáles son sus sueños, sus fortalezas y sus debilidades. Es acariciar el alma en el momento justo.
- Responsabilidad: al asumir con total disciplina y entrega el rol de conductora del destino de los hijos. Es velar y buscar el bienestar del hogar.
- Paciencia: a pesar de las altas y bajas en la vida diaria, tomarse el tiempo para pensar, decidir, guiar y enseñar.
- Amor: en el que se sustentan todos sus actos. Transparente, comprometido y dedicado, hacia sus hijos, hacia el bien de ellos.
- Creatividad: para lograr hacer lo que hay que hacer, de la mejor forma, con los recursos disponibles y con la belleza necesaria.
- Sensatez: para aconsejar, para buscar la mejor opción, para apoyar siempre.
- Consuelo: para superar las penas, los dolores, las decepciones y que motiva a salir adelante.
Por supuesto que hay muchas más cualidades en mamá, en ella encontramos todo, es como si en ella se originara no solo la vida sino lo mejor de la misma.
Todas las personas tienen un gran reto en la vida que debe aceptarse y comprometerse a vivirlo como mamá: ser portador de su amor por los demás, ser comprensivos ante los errores de los demás, ser responsables de cumplir con nuestros roles, ser pacientes ante las circunstancias y relaciones para trascenderlas, ser creativos para no quedar estancados ante las deficiencias o escaseces, ser sensatos para actuar con determinación y justicia, y por supuesto ser el consuelo con palabras, con actos, con compromisos. Y entonces, al actuar de esa forma seremos los herederos de nuestra Madre. Sentiremos el orgullo de ser como mamá. Y con nuestra vida, en cada momento, ante cualquier circunstancia, con toda persona, nuestra madre vivirá, nuestra madre será eterna en nosotros y en nuestra descendencia. Y eternamente mamá nos dirá:
“Cuando abrazo tu cara de jazmín y canela para hacerte sonreír, mi niñito querido, comprendo la dicha que se extiende por el cielo límpido de la mañana y la delicia en que la brisa de verano envuelve mi cuerpo y la onda del trigal al medio día: cuando te abrazo para que sonrías” 2.
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(1) Fromm, Erich. (1956). El arte de amar.
(2) Tagore, Rabindranath. (1916). El Hogar y el Mundo.
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