La sociedad global con sus casi obligadas tendencias de consumo y competencia se ha visto paralizada ante la aparición del COVID-19 sumiendo en la incertidumbre y el temor a millones de personas que, ante el cambio abrupto en las condiciones de vida, han quedado paralizadas, temerosas y en busca de respuestas que le den sentido a sus vidas. Aquí cobra validez que “no es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que mejor responde al cambio” 1. Y cuando la obligación y oportunidad de “cambiar” se presenta en forma inesperada y abrupta, el mejor camino es reinventarse. Y quizá: reinventar la sociedad.
Las eternas preguntas de propósito
Las conocidas preguntas sobre la existencia, su propósito, su continuidad o su terminación han invadido la mente de las personas en todo momento de la historia y como respuestas han surgido teorías, mitos, y leyendas; algunos que provocan consuelo otros que provocan desazón. Las respuestas generadas motivan comportamientos hacia la acción o hacia el estatismo, provocando vidas internamente enriquecidas con paz, alegría y satisfacción, o, vidas llenas de temor, angustia y descontento. Las crisis, todas, como una moneda, tienen dos caras, una de devastación, y, otra, de oportunidad, pues ante la adversidad, con la actitud correcta, pueden surgir cambios positivos que permitan redireccionar y dar sentido a la vida al descubrir fortalezas, cualidades y competencias.
El pesimismo es contagioso
Una sociedad conforma sus creencias y competencias basada en su diario vivir, en las experiencias de sus habitantes, en la historia que le ha dado forma. El desarrollo humano contempla tres dimensiones que se traducen en seres humanos felices y resilientes: (1) vivir una vida larga y saludable; (2) tener educación formal y constante; y, (3) gozar de un nivel de vida digno. A estos tres elementos se les debería sumar la observancia y promoción de los derechos humanos, el compromiso por la democracia y el respeto por la igualdad y equidad. Con estos elementos se conforman sociedades positivas, optimistas y capaces de hacer frente a emergencias, crisis y cambios, saliendo fortalecidas y con mejores opciones para definir, enfrentar y vivir bien el futuro.
Cuando el desarrollo humano es mínimo o inexistente como atestiguan millones de habitantes de países del Tercer Mundo, el pesimismo se vuelve algo cotidiano, mismo que se desarrolla en la mente individual y la mente colectiva de la sociedad debido a vivencias cotidianas de: falta de educación, sistemas precarios de salud, violencia generalizada, hambre, desnutrición, desempleo y corrupción. Entonces sí, el pesimismo es contagioso. El pesimismo se apodera de los pensamientos, provoca las emociones y dispara acciones negativas sin energía, sin pasión y sin esperanza.
La superación es posible
El pesimismo con su constante alimento social negativo es posible de erradicar en el individuo y en la sociedad. Se requiere de decisión, de compromiso, de constancia, de creatividad y de formación de nuevas creencias; características que todo ser humano puede desarrollar y cuya semilla se encuentra ya en el interior de cada uno, porque incluso en terribles circunstancias el ser humano tiene la libertad de reinventarse, de crear sus propios y nuevos mitos que dirijan su propia vida y la reconstrucción de una sociedad más justa, solidaria y equitativa.
Para reinventarse es necesario afrontar el cambio. Para afrontar el cambio se debe estar empoderado con tres autoconocimientos vitales: (1) Quién soy, esto es evaluarse internamente, descubrir debilidades, creencias y limitantes, pero también es, descubrir capacidades, potencialidades. Esto permite afrontar toda influencia externa que puede estar condicionando la forma en que se ve la vida y sus posibilidades, y, más importante, brinda la capacidad de liberarse de cualquier atadura que limita el propio desarrollo. (2) Cómo me reinvento, esto es verse construyendo un nuevo ser libre para trascender, definir qué se quiere hacer, visualizarse en movimiento por el mundo, cómo está y cómo debe estar. Con este autoconocimiento se logra la voluntad para cambiar el mundo entero. (3) Actuar con sentido, que deviene de la seguridad, destreza, convicción y creencia logrados por los autoconocimientos descubiertos.
Cambiar junto a la comunidad
Reinventarse requiere un acto de soledad, una introspección de descubrimiento, una valoración de recursos propios y la creación de escenarios vitales individuales y para la comunidad en donde se vive. Sin embargo, al reinventarse, se debe incluir las relaciones interpersonales como esencia del cambio, porque como ya lo demostró la pandemia que se está viviendo, ante la ausencia de otros seres humanos con los cuales convivir, la propia humanidad se tambalea, se atemoriza y se deteriora. El cambio es posible, la reinvención personal con proyección hacia una reinvención social con valores de solidaridad, respeto por la dignidad de todas y todos y con oportunidades igualitarias y equitativas está en las manos de cada uno, porque “al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas «la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino para decidir su propio camino”2. Ante la situación del COVID-19 que ya no puede cambiarse se debe aceptar con compromiso y determinación el desafío de cambiarse a sí mismo y reinventar la sociedad en que se vive.
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(1) Darwin, Charles. 1859. El origen de las especies
(2) Frankl, Viktor. 1946. El hombre en busca de sentido