martes, 6 de agosto de 2013

La Importancia de la Dignidad Humana


La palabra dignidad deriva del adjetivo latino dignus: valioso; aplicada al ser humano la dignidad implica reconocer un valor o cualidad de importancia a la existencia y vida humana.

La fuente de la dignidad arranca de la propia Humanidad, lo que coloca a los individuos fuera del mundo de las cosas y de los medios siendo fines en sí mismos. Si la Humanidad es la fuente de la dignidad de la persona, entonces, aquello supone la existencia de rasgos propios de la Humanidad, y que Kant lo identifica en la facultad racional del ser humano, capacidad que le permite elegir libremente su curso de existencia, según sus propias convicciones o ideologías (ética privada), escapando de las determinaciones del mundo externo.

La concepción kantiana de la dignidad humana está anclada en la libertad de autodeterminación del individuo para elegir su proyecto de vida e implementarlo según sus propias convicciones y creencias, sin injerencias externas que impliquen la imposición de una determinada ética. La separación entre la ética pública y privada se concibe como una garantía para el libre desarrollo de la personalidad.


Surge, así, una versión de democracia que supera la consideración estrictamente formal de mero procedimiento de adopción de decisiones, derivando en una que integra un contenido sustantivo de hondo calado ético. Precisamente, es una ética pública de mínimos que halla correspondencia en la defensa y promoción de las condiciones morales esenciales identificadas con la Humanidad y que impiden rebajar y tratar a la persona como un medio, instrumento o cosa, así como de todas aquellas que sientan las bases para el libre y pleno desarrollo de la personalidad en el respeto y aceptación de las diferencias de una sociedad plural.

De este modo, es posible afirmar que la dignidad de la persona exhibe una dimensión individual anclada en la autonomía y libre desarrollo de la personalidad, pero también contempla una dimensión ético-pública que remite la dignidad de la persona humana al nivel de fundamento del orden político, con una fuerte imbricación social que legitimaría la intervención de la sociedad ante actos que contravienen dichos valores que nutren una ética pública de mínimos, pues éstos definen un umbral para los comportamientos que, inspirados en la libre autodeterminación, no pueden ser tolerados si causan una degradación de los mismos.

Siendo el lenguaje de los derechos humanos la expresión de esa ética pública de mínimos, ya que es un ideal que brega por el reconocimiento y respeto de un núcleo indeleble en la dignidad de la persona humana que es presupuesto moral necesario para el desarrollo del resto de los derechos fundamentales.

La importancia de reconocer en la dignidad humana un contenido ético mínimo e irreductible, se puede resumir en que:

  • Impide que se transforme en un concepto vacío e inútil en su función de servir de fundamento del orden político-social.

  • Introduce lógica y coherencia en la consagración de la dignidad de la persona como fuente de los derechos fundamentales, en el sentido que si ésta es fundamento de los derechos, entonces, parece razonable concebir que el ejercicio de los derechos y libertades la reconozca como límite infranqueable e irrenunciable por el titular.




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