La
formación de una ciudadanía democrática y participativa es uno de los elementos
básicos de la Cultura de Paz que consiste en un conjunto de ideas (derechos
humanos y libertades fundamentales, democracia, ciudadanía y sociedad civil,
desarrollo) y de valores fundamentales (justicia social, igualdad, pluralismo,
cohesión social, integración, protección de las minorías, solidaridad, paz y
seguridad) que son comunes al conjunto de las democracias modernas. Una buena comprensión de estas ideas y
valores y de sus relaciones recíprocas es, en un contexto de acelerados cambios
donde se incrementan los desafíos, condición indispensable para una participación
positiva y responsable en los procesos de construcción social de la Paz.
- La Cultura
de Paz está estrechamente ligada con el aprendizaje de una ciudadanía
democrática que promueva una conducta social que:
- Presupone
el aprecio de la diversidad y el rechazo de la desigualdad;
- Desarrolla
actitudes de aceptación basadas en el respeto, la tolerancia y la comprensión;
- Favorece la
convivencia pacífica armonizando los intereses individuales y los intereses
sociales de modo que se evitan las fricciones, se solucionan los conflictos y
se procura el consenso a través del diálogo, el debate y la negociación;
- Conduce al
ejercicio de la solidaridad como actitud individual y como acción colectiva
organizada, manifestándose a través de la cooperación y de la ayuda.
En la
actualidad, la complejidad de nuestra sociedad y los constantes cambios a los
que se ve sometida han puesto de relieve
la urgencia y pertinencia de repensar los objetivos de la educación en
relación, principalmente, con lo que es necesario aprender para el ejercicio de
la ciudadanía y, en concreto, sobre cómo este ejercicio, consciente y activo,
crítico y alternativo, colectiva y solidariamente asumido, puede contribuir
eficazmente a construir una sociedad cada vez más cohesionada, justa y
pacífica.
Impulsar la
solidaridad, en todos los ámbitos, poniendo en primer lugar a las personas, es
de vital urgencia e importancia en nuestros días, aunque, en un mundo donde las
diferencias entre los opulentos y los desposeídos se han ampliado
extraordinariamente en los últimos años, son objetivos difíciles de
alcanzar. Y lo son aún más agudizados
por el efecto de la globalización.
Sin duda
que la Cultura de Paz necesita del aprendizaje de una ciudadanía democrática
que no se limita a las primeras etapas de la vida, pues los acelerados cambios
de la evolución económica, social, tecnológica y política exigen nuevas
competencias, capacidades y conocimientos a lo largo de toda la vida. Por otro lado, el déficit democrático de las
sociedades actuales demanda poner especial énfasis en la capacidad de los ciudadanos
y ciudadanas para saber “vivir juntos” en una época como la nuestra, caracterizada por el pluralismo
de valores y de culturas, el ascenso del individualismo, los desafíos de la
globalización y la proliferación de diferentes conflictos que amenazan la
cohesión social.
El
aprendizaje de una ciudadanía democrática desde el enfoque innovador de la
Cultura de Paz dirigida a la formación de ciudadanos y ciudadanas responsables,
debe ofrecerles los conocimientos y competencias necesarias para hacer posible
una participación activa, creándose las posibilidades de diálogo y de
reflexión, de resolución no violenta de los conflictos, así como los espacios
de consenso, comunicación y de
interacción que susciten la toma de conciencia de los derechos y deberes década
uno, de las normas de comportamiento y de los valores compartidos, así como de
las cuestiones éticas implícitas en cada una de nuestras acciones y en las
problemáticas actuales.
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