“El mundo no está en peligro por las malas personas, sino por aquellas
que permiten la maldad”, Albert Einstein.
“Para que el mal triunfe, solo es necesario que los buenos no hagan
nada”, Edmund Burke.
La cultura de la denuncia es parte
fundamental en el respeto de los derechos humanos, ya que a través de ella se
manifiestan las múltiples vejaciones, que ponen en riesgo la tranquilidad de la
comunidad , y a su vez permite a la Comisión de Derechos Humanos del Estado,
tener conocimiento de las presuntas violaciones a las garantías fundamentales
de los ciudadanos.
La violencia en los distintos municipios
del país se incrementa cada vez más, pero la impunidad va de la mano, debido a
que en nuestro país hace falta una cultura de denuncia, pues de lo contrario
las mismas autoridades no pueden hacer nada para detener este flagelo que
afecta a nuestra nación.
No podemos dejar el problema solo en manos
de las autoridades, cada uno de nosotros, que amamos a nuestro país, a nuestra
comunidad y especialmente a nuestra familia, debemos hacer algo para evitar que
el mal se expanda y dejemos al país en manos de los delincuentes.
Por
algo, la cultura de la denuncia es parte fundamental para que exista una
justicia o cuando menos eso es lo que las autoridades siempre tratan de
inculcar dentro de los valores importantes de los derechos humanos.
No
hay una sola universidad que no haya
impartido cuando menos una conferencia para los jóvenes para sensibilizar la
legalidad y por medio de la denuncia se pueda prevenir de manera anticipada, un
posible acto o situación que pudiera generar problemas en su comunidad, y al
mismo tiempo se les enseña como canalizarlo, es decir, a las instancias
correspondientes.
Inclusive
en todas aquellas conferencias cierran con broche de oro la tan desgastada
recomendación de invitar a todos los jóvenes a tener confianza en las
autoridades, a no abandonar los espacios públicos, formar parte de la
comunidad a través de la denuncia.
La cultura de la
denuncia también debe de ir acompañada con la cultura de la honestidad, y
transparencia de la dependencias de procuración de justicia para que no sean
lentos en las demandas de delitos menores como las de fraude, robo y entre
otros delitos que pasan por procesos penales que “duermen el sueño de los
justos”.
Es importante la
cultura de la denuncia, como también lo es la participación de todas las
autoridades cumpliendo cada quien en su competencia y no repetirse la historia
de que los ciudadanos dejaron de denunciar hechos delictivos porque éstas no
pasaban de la primera instancia por la ausencia en la cultura de la honestidad
porque no todo está en hacer cultura para denunciar a quienes delinquen, sino hay
que conjugar una serie de factores y de organismos para ver mejores resultados
porque no todo está en la denuncia anónima de la ciudadanía.
Pero la Cultura de Denuncia no se reduce
únicamente a la de señalar, denunciar y dar seguimiento a las referidas a
delitos o a sospechosos de cometerlos.
La Cultura de Denuncia la empiezas a practicar desde el lugar en donde
vives (vecinos escandalosos, mascotas destructoras, etc.); desde el lugar en
donde estudias (maestros irresponsables, insinuaciones, incumplimiento en los
programas de estudio, etc.).
Para formarnos una Cultura de Denuncia se
hace indispensable empezar a practicarla.
¿Da miedo? Por supuesto.
Especialmente en un sistema que nos ha rodeado de temor y falta de
confianza en las autoridades que dirigen las diferentes instituciones. Pero, hay que enfrentar el miedo y vencerlo.
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