El siglo
XXI es el siglo de la ciencia y de la tecnología. Más ciencia y tecnología en nuestra vida
cotidiana (en los aparatos domésticos, en los medicamentos, en las
comunicaciones, en los entretenimientos) no ha significado, sin embargo, más
ciencia y tecnología en la institución que prepara a las generaciones de
jóvenes para insertarse en la sociedad, o sea en la escuela. Y por supuesto no lo ha significado para el
grueso de la población, para el ciudadano que ya no va a la escuela.
Esto no fue
grave mientras nuestro aparato productivo tampoco basaba su productividad en la
inclusión de ciencia y tecnología. Pero lo está generando ahora. ¿Por qué? Porque avanzar en el crecimiento y
resituarse frente al mercado mundial significa, entre otras cosas, formar parte
de un mercado laboral internacional. En
este mercado mundial del trabajo, la competitividad de los habitantes de un
país depende no solo de la prosperidad de las compañías, sino de las tareas o
funciones que se lleven a cabo, o sea del valor que se pueda agregar, dentro de
la economía mundial.
Las
naciones afrontan una competencia mundial cada vez más directa e inmediata y su
competitividad se reconsidera hoy desde el punto de vista de la competitividad
de la fuerza de trabajo. Según Richard
Reich se perfilan para el siglo XXI tres diferentes posiciones en que estarán
las personas. Las llama servicios rutinarios de producción,
servicios personales y servicios simbólicos analíticos.
Los servicios rutinarios de producción son una etapa en una secuencia. Aunque eran la base de la línea de producción
clásica, no han dejado de existir. Un
buen ejemplo son los ingresadores de datos en la industria de la
informática. Los servicios personales son los que se proporcionan de persona a
persona, como los vendedores, o los peluqueros.
Como los anteriores, deben ser competentes en su tarea pero, además,
tienen que ser afables, corteses y serviciales.
Los servicios
simbólicos-analíticos, incluyen las actividades expertas y suponen la
capacidad de identificar y resolver problemas.
Son los que realmente agregan valor y suponen alta calidad,
originalidad, destreza y oportunidad. El
trabajo en equipo es, por lo general, un aspecto crítico.
Los
analistas simbólicos hacen de intermediarios, identifican y resuelven problemas
valiéndose de símbolos. Para ello
utilizan instrumentos de análisis variados como algoritmos matemáticos,
argumentos legales, tácticas financieras, principios científicos, observaciones
psicológicas acerca de cómo persuadir o entretener, métodos inductivos o
deductivos, o cualquier otro tipo de técnica para resolver problemas.
Lo más
importante es que cuanto mayor sea la proporción de analistas simbólicos que
exista en la fuerza de trabajo, más valor agregado existe. Esto depende la cantidad y calidad de los
puestos de trabajo que se generen, pero mucho más de cuáles son las competencias
generales que tiene la población. En
otras palabras, por más que crezca la oferta de trabajo que requiera
competencias de analista simbólico, si no existen en la población, no será
posible llenarlos.
Para el
crecimiento de la competitividad hay una condición básica: se debe garantizar
que exista, además del capital financiero y de la tecnología, el capital humano
adecuado para avanzar en el proceso de crecimiento. Esta es una de las funciones centrales del
nuevo sistema educativo. Por esto todos
los países están haciendo fuertes esfuerzos para transformarlos: las clásicas
escuelas que conocimos no alcanzan para formar masivamente las competencias
adecuadas para enfrentar los requerimientos del siglo XXI.
Finalmente,
hay que tener en cuenta que las
transformaciones socieoeconómicas ocurridas en las últimas décadas obligan a
redefinir la relación entre educación y trabajo. Las nuevas empresas requieren nuevos
trabajadores. Así como la educación no
tiene como misión generar empleo sino hacer empleable a la gente, tampoco la
educación tiene ya como misión formar par un puesto de trabajo específico. La vieja definición de las escuelas
vocacionales o técnicas tiene que ser reemplazada por otra más amplia en la que
el compromiso sea igual al del resto del sistema educativo: en paralelo con las
competencias generales que todos tienen que tener, dar las competencias
correspondientes a un campo amplio del mundo del trabajo.
---------------------------
----------------------------
Otros artículos en este blog que te pueden interesar:
El Emprendedor Social: Sus Componentes Esenciales
No hay comentarios:
Publicar un comentario