lunes, 1 de julio de 2013

Tiempo Libre: ¡Tenemos derecho!

Con demasiada frecuencia, el reloj se ha convertido en un objeto de culto, que el hombre moderno, como si hubiera adoptado una nueva religión, no cesa de adorar con humildad y devoción.  Se vive con el reloj en la mano como si fuera un poderoso amuleto, que poseyera la virtud de determinar con seguridad y, a menudo también, con intransigencia el ritmo de nuestros trayectos vitales.  Es un dato incuestionable que en las últimas décadas se han temporalizado casi todos los aspectos de la existencia humana por mediación del fetiche “reloj”, de tal manera que la experiencia del tiempo humano, que es de inapreciable valor para la dignificación y promoción del individuo, casi ha quedado reducida a los “imperativos del despertador”.

El tiempo es una construcción social, que se constituye por mediación de la interacción social de los individuos y grupos que se hallan integrados en una determinada sociedad.  De esta manera el tiempo se convierte en un medio esencial para la coordinación y sincronización de la vida en común.  En las sociedades modernas, a causa del incesante aumento de la complejidad que experimentan, ya no es posible referirse a un solo tiempo, sino que  los tiempos que debe tener en cuenta el ser humano en la vida cotidiana son múltiples, de tal manera que el tiempo humano actual viene a ser una síntesis de distintas modalidades temporales.  Sin embargo, resulta bastante evidente que la cualidad que acostumbra a primarse en los distintos tiempos de la sociedad actual es “lo económico”, que con frecuencia es el factor que otorga su especial fisonomía al tiempo de nuestros días.


Se ha dicho que nuestra sociedad se caracteriza por ser una “no-stop-society”, una sociedad que vive sin pausa y sin reflexión ni contemplación, sin disfrute de la naturaleza, tertulia, silencio, pacificación interior, etc.,  porque los “ritos economicistas” impuestos por el reloj se han adueñado de la mayoría de las vivencias humanas.  Hace algunos años, Jean Gebser  afirmaba que el significado de la frase “no tengo tiempo” equivalía a “no tengo alma”, y el sentido de esta frase era idéntico a “no tengo vida”.

La manipulación de nuestro tiempo


Noam Chomsky, lingüista, filósofo y activista estadounidense, desarrolla sus “10 estrategias de manipulación mediáticas”, una compilación con las diez estrategias más comunes y efectivas que siguen las agendas “ocultas”, regularmente de origen económico,  para manipular al público a través de los medios de comunicación. Históricamente los medios masivos han probado ser altamente eficientes para moldear la opinión general. Gracias a la parafernalia mediática y a la propaganda se han creado o destrozado movimientos sociales, justificando guerras, matizando crisis financieras, incentivado unas corrientes ideológicas sobre otras e incluso se da el fenómeno de los medios como productores de realidad dentro de la psique colectiva.  Una de estas estrategias es precisamente la de la  distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las elites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética. ”Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales (cita del texto ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.


La importancia de recuperar nuestro tiempo

Sólo quien vive, introduciéndose paulatinamente, en el tiempo auténtico está capacitado para introducir a los demás en el disfrute del tiempo.  Evidentemente, no se trata de aquella “diversión” que sólo pretende la anulación del tiempo por mediación del olvido, el ruido, la distracción, la inconsciencia, sino que se trata del tiempo del descubrimiento de uno mismo en simpatía con los otros; descubrimiento que tiene como consecuencia la humanización del propio tiempo, y que es la condición imprescindible para que el hombre o la mujer lleguen a ser personas.  El tiempo humano se ha “mecanizado” e, incluso, pervertido porque los lenguajes humanos han sufrido la misma suerte.  Un aprendizaje humano y humanizador de aquellos lenguajes que permiten la expresión exhaustiva del ser humano, es el único medio efectivo para salvar el tiempo de la descomposición que lo amenaza a través de la “dictadura del reloj”.


Se hace de vital importancia el redimir el tiempo y gozar de “tiempo libre”, cuyo contenido esencial está determinado por nuestros momentos de ocio, entendido como “un conjunto de ocupaciones a las que el individuo puede entregarse de manera completamente voluntaria tras haberse liberado de sus obligaciones profesionales, familiares y sociales, para descansar, para divertirse, para desarrollar su información y formación desinteresada, o para participar voluntariamente en la vida social de su comunidad”. (Dumazedier. 1971).  El mismo autor Joffre Dumazedier, condensa la definición en lo que ha venido a llamar LAS TRES ”D” del ocio: Descanso, Diversión y Desarrollo Personal. 

Los lenguajes a dominar

Los ciudadanos de la  sociedad del siglo XXI requieren de algo más complejo que los meros “saberes” o conocimientos: requieren competencias.  Una competencia es “saber hacer”, hace referencia a un conjunto de propiedades de cada uno de nosotros que se están modificando permanentemente y que tiene que someterse a la prueba de la resolución de problemas concretos y para nuestro caso, para la identificación, interpretación, comprensión y construcción de nuestra realidad .  Todo ciudadano debe ocupar su ocio desde la dimensión del desarrollo personal  para aprehender, desarrollar, fluir y transmitir estos lenguajes modernos de la ciudadanía:

(1) Altas competencias en lectura y escritura; 
(2) Altas competencias en cálculo matemático y resolución de problemas;
(3) Altas competencias en expresión escrita; 
(4) Capacidad para analizar el entorno social y comportarse éticamente; 
(5) Capacidad para planear, trabajar y decidir en grupo; 
(6) Capacidad para la recepción crítica de los medios de comunicación social; y,
(7) Capacidad para ubicar, acceder y usar mejor la información acumulada.

Cada ciudadano es responsable de redimir su tiempo, de aprovechar su ocio para liberarse de la manipulación de grupos de interés que nos quieren mantener en la ignorancia y la inacción.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -  -




Otros artículos interesantes en este blog:


Las Tres Dimensiones de la Ciudadanía

Urge un Cambio en la Educación: Entrevista a: Claudio Naranjo 





No hay comentarios:

Publicar un comentario