La
solidaridad es un valor social por el que las personas se protegen y ayudan
mutuamente. Parece ser que en los pueblos primitivos la solidaridad era
consustancial a la participación en la sociedad, y aún quedan rasgos en formas de vida en común
en las comunidades indígenas.
Sigue
siendo un valor raíz del hombre que le hace contemplar a la sociedad algo más
allá del límite de sus propios y personales intereses. Para muchos la
solidaridad en un valor social, en el sentido de que a cada ciudadano lo que
más le reporta es vivir en sociedad, en cuyo seno se educa, se relaciona,
participa de la división del trabajo, etc. Casi todo lo que cada uno ve cuando
mira a su alrededor es herencia de otros que pensaron y trabajaron para dejar
su contribución a la sociedad. La
respuesta a haber heredado tanto como nos viene dado a la hora de nuestro
nacimiento es para muchos ya un motivo de agradecimiento que se puede canalizar
a través de la solidaridad con los demás miembros de la sociedad, aparte de la
consideración moral de realizarse por el ejercicio del bien hacia los demás.
Existe un modo de contemplar la solidaridad como el construir un mundo mejor,
en el que los actos de los unos repercuten positivamente sobre los otros, y así
concebir el deber solidario de que, de la forma propia de obrar no se puedan
seguir perjuicios para nadie. Todas estas razones de por qué ser solidarios se
extienden en el mundo contemporáneo quizá tanto como en la antigüedad, pero lo
que parece que muchas veces falla son las determinaciones prácticas para vivir
de acuerdo a esas consideraciones.
La
solidaridad exige dos sensibilidades: Una, saber percibir la realidad del mundo
que habitamos, comenzando por las necesidades más escondidas de nuestro
entorno. Otra, comprender que de la huella ecológica que dejemos sobre la
naturaleza van a depender muchas posibilidades o adversidades para quienes
vengan detrás. Esas dos sensibilidades representan la responsabilidad con el
presente y con el futuro, ya que sobre el pasado no podemos actuar, en todo
caso nos toca aprender a valorar lo bueno y no imitar lo malo.
La forma
práctica de la solidaridad está en querer para los demás lo que queremos para
nosotros. Es la contribución que desearíamos que nos hicieran si padeciéramos
cada necesidad que percibimos a nuestro alrededor. Entra en juego la
sensibilidad para captar y la disponibilidad para atender; en la primera se
ejercita la inteligencia y en la segunda la voluntad. Desde ayudar al compañero de la escuela a
comprender una lección, a servir unas horas a la semana de voluntario, atender
a un vecino enfermo, subscribir una cuota para remediar las necesidades de los
países en vías de desarrollo o limpiar la nieve de la calle, todo ello es
solidaridad, que si la ejerciéramos todos con constancia, descubriendo que a
nuestro alrededor nadie quedara desatendido, el mundo sería mejor, no sólo por las
atenciones prestadas, sino porque estaríamos instaurando la cultura de ser
solidario, que cuando se aprende se convierte en un hábito imprescindible.
Para el
futuro, nuestra solidaridad trata en cuidar nuestro mundo, porque la naturaleza
no perdona y si no obramos con sensatez, considerando la degradación de nuestro
planeta, las consecuencias más duras las sufrirán quienes nos sigan en la
aventura de la humanidad.
Habrá quien pueda pensar que el problema es de los
políticos de las grandes potencias, y que cada persona singular es irrelevante
lo que pueda hacer, pero no es cierto. Lo que cada uno hace suma, y la
solidaridad de la suma de muchos puede ser trascendental. Se trata de moderar
una política consumista, ya que no puede minusvalorarse que los procedimientos
y la energía necesaria para fabricar cualquiera de los bienes que utilizamos
cada día contamina. Si ha de haber recursos a disposición de toda una humanidad
que sigue creciendo, se hace necesario que cada individuo racionalice su gasto.
No es
accesible a cada persona solucionar los muchos problemas ajenos, pero es
posible, al menos, no crearlos, actuando de modo que la conciencia domine al
consumo, y no el consumo sea quien doblegue a la personalidad.
----------------------------
----------------------------
Otros artículos en este blog que te pueden interesar:
El Emprendedor Social: Sus Componentes Esenciales
No hay comentarios:
Publicar un comentario