lunes, 12 de agosto de 2013

¿Qué es la Paz?


La noción tradicional de paz, conocida como negativa,  viene determinada, según algunos autores, por la noción de conflicto que es un proceso natural y necesario en cualquier organización y constituye tanto la fuerza del cambio social como el elemento creativo esencial en las relaciones humanas.  Sin embargo, la perspectiva negativa de la paz ha conducido a confundir conflicto con violencia.  Esta confusión en la actualidad permanece en la opinión popular y se mantiene en nuestro propio uso de la lengua.  El diccionario de la Lengua española define al término paz como “situación y relación mutua de los que no están en guerra” o “sosiego y buena correspondencia de unos con otros, en contraposición a disensiones, riñas y pleitos”.  Por su parte,  conflicto,  se define como “lo más recio de un combate”.  No es extraño pues que durante mucho tiempo los investigadores  se dedicaran al estudio de la guerra y de los conflictos bélicos.

La literatura señala la existencia en las investigaciones de tres corrientes:

- Minimalista: paz, equivale simplemente a la ausencia de guerra internacional.

- Intermedia: la paz no es solo la ausencia de guerra, sino también la ausencia de un sistema de amenazas.

- Crítica: la paz es ausencia de todo tipo de violencia, sea real o no, directa o indirecta, estructural o cultural.

La corriente “crítica” es la que actualmente predomina, la concepción de paz, desde este punto de vista es “ausencia de violencia”, en donde, la violencia está presente cuando los seres humanos se ven  influidos de tal manera que sus realizaciones efectivas, somáticas y mentales, están por debajo de sus realizaciones potenciales. 

No se trata de saber si las sociedades se aproximan con mayor o menor grado a un tipo ideal de paz, como una situación final o estado, sino discernir en  el presente cómo éstas identifican y resuelven los tipos de violencia que generan  o a los que se enfrentan.  La paz, por consiguiente, se CONSTRUYE; es un proceso social permanente.  El estudio empírico de la paz significa, entonces, abandonar cualquier concepción que suponga un estadio pacífico ideal.  Por el contrario, se trata también de identificar cuáles son los espacios presentes de la violencia construidos históricamente por las sociedades.

La paz debe construirse en la cultura y en la estructura y no sólo en la “mente humana” como se expresa en la Carta de Constitución de la UNESCO.   Y no basta, por otro lado, reconstruir sólo la paz después de un conflicto bélico, porque si bien puede evitarse la violencia directa, la más visible, deben buscarse alternativas para transformar las estructuras y las raíces de las mismas que se encuentran en la propia cultura. 

Concluyendo entonces, podemos afirmar que si la ausencia de guerra podemos denominarla como paz negativa, la ausencia de violencia equivaldría  a paz positiva, en el sentido de justicia social, armonía, satisfacción de las necesidades básicas (supervivencia, bienestar, identidad y libertad), autonomía, diálogo, solidaridad, integración y equidad.  Como vemos la paz no puede consistir únicamente en la ausencia de conflictos armados, sino que entraña principalmente un proceso de progreso, de justicia y de respeto mutuo entre los pueblos, destinado a garantizar la edificación de una sociedad internacional en la que cada cual pueda encontrar su verdadero lugar y gozar de la parte de los recursos intelectuales y materiales del mundo que le corresponde y que, la paz fundada en la injusticia y la violación de los derechos humanos no puede ser duradera y conduce inevitablemente a la violencia.


Así pues, en su concepción actual, la paz, es la suma de tres tipos de paces: paz directa (regulación no violenta de los conflictos), paz cultural (existencia de valores mínimos compartidos) y paz estructural (organización diseñada para conseguir un nivel máximo de justicia social).

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