Como vimos en el post
de ayer, ¿Qué es la Paz?, nos queda claro que la paz es el resultado de
nuestras relaciones humanas, pero no únicamente de estas relaciones, porque la
misma paz es un fenómeno a la vez interno y externo al ser humano. Como fenómeno interno no basta con
conseguirla “en la mente de los hombres”, sino también en otros espacios: en la
cultura, en las estructuras organizativas, en la economía, en la dimensión
política y en lo social. Pero a su vez
también en el plano más externo: en su dimensión ecológica. De ahí que la paz tenga un enfoque holístico,
pues se trata de buscar una armonía, un equilibrio tanto con nosotros mismos y
con los demás, como con el medioambiente.
Esta perspectiva nos
remite a la definición de la paz como la reunión intrínseca de las cuatro “D”:
Derechos Humanos, Democracia, Desarme y Desarrollo Sostenible. La promoción del
desarrollo humano y la realización de los derechos humanos comparten, de muchas
formas, una motivación común, y reflejan el compromiso fundamental de promover
la libertad, el bienestar y la dignidad de los individuos en todas las
sociedades. Un desarrollo humano
sostenible requiere un aumento de las opciones de todas las personas y la creación
de las condiciones necesarias para lograr la igualdad, de modo que todos puedan
alcanzar su pleno potencial. Esta meta
es irrealizable si no se promueven, preservan y defienden todos los derechos
humanos: económicos, sociales, culturales, civiles y políticos.
La ausencia de
cualquiera de las “D” constituye un factor de violencia. La Paz es considerada, por consiguiente, como
el proceso de fortalecimiento de cada uno de estos factores, estrechamente
relacionados con el concepto de seguridad humana, superando el concepto
tradicional de seguridad nacional, ya que el riesgo de un desastre económico o
medioambiental supone una amenaza para los países, de la misma forma que las
guerras, basado en la reorientación de las políticas y las economías hacia un
desarrollo humano fundado en la sostenibilidad ecológica.

La falta de
desarrollo, la pobreza estructural, la desigualdad socioeconómica, la
discriminación y la violencia de género, la degradación medioambiental, la
globalización de la economía y persistencia de regímenes no democráticos
constituyen algunos de los factores de riesgo para el estallido de conflictos
armados y la consiguiente violación de los derechos humanos de la
población. Estos y otros problemas
constituyen las principales berreras para la realización efectiva del derecho
al desarrollo y la paz.
Las estructuras
sociales, económicas, y políticas que
mantienen el dominio de un grupo sobre otro, negándoles los derechos
económicos, sociales y políticos más básicos, ejercen “violencia estructural”. Esta situación crea un terreno fértil para la
violencia y la violación de los derechos humanos.
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